jueves, 20 de mayo de 2010

ALGUNOS CHISMES ACERCA DE GREGORIO VII

Mi abuela estaba más loca que una liebre en el mes de marzo. Era tan, pero tan católica, que entraba a las iglesias y robaba cosas. Velones de Pascua, libros con cánticos, imágenes de ángeles; cualquier objeto le venía bien para colocar en su cuarto y sentirse así más cerca de dios y la virgen santa.
Descubrí esa paradójica manía una tarde por casualidad. Hacía ya muchos años que mi abuela padecía arterioesclerósis y no podía recordar siquiera su segundo nombre; sin embargo esa tarde, encerrada en su pieza, se cantó a grito pelado los setecientos cincuenta y ocho mil salmos del rey David, sin interrupción y sin errores. Me llamó poderosamente la atención su recuperación instantánea. Primero pensé en un milagro, pero luego entré en su cuarto y ví que tenía arriba de la cama cerca de una docena de libros con canciones religiosas, esas que colocan en los bancos de la misa con el sellito en la portada: “Por favor, no se los lleve”. Tenía también tres o cuatro velones encendidos, listos para provocar un incendio en cualquier momento.

No es que me quiera justificar, pero yo heredé algunos genes de ella. En mi caso, me interesan la cultura y el arte. Yo soy más culto que la mierda. A tal punto llega mi interés por el arte y la cultura, que cada vez que puedo me afano libros incunables, dracmas griegos de plata, pinturas, fósiles, manuscritos y otros objetos por el estilo.

Una vez tuve que viajar de París a Maguncia (Mainz, Alemania) para restaurar unos vitraux del siglo XIII en el convento de San Esteban. Durante los quince días que estuve allí, me la pasé alternando mis jornadas laborales con asiduas y eruditas visitas a la nutrida biblioteca conventual. Finalizadas las dos semanas, volví a París a paso de murga, con varios libros y documentos medievales que los curas del orto seguramente no extrañarán. Digo que seguramente no extrañarán porque todos sabemos que los curas no leen. Si leyeran de veras se habrían dado cuenta, mucho tiempo antes de Nietzsche, que dios ha muerto. En vez de leer, se la pasan todo el día rezando boludeces y acariciando niños; así que no me vengan a joder. El asunto es que encontré en uno de esos libros interesantísimos el siguiente párrafo:

Según el cardenal biógrafo, el monje Ildebrando, es decir el Papa Gregorio VII, era un [broglione]*, un ambicioso, un simoníaco, un [sfedato]*; pero estos no son más que pecados veniales comparados con otros hechos que él cita, de los cuales resultan que era un juez violento y un asesino; en otra cita prueba que se trataba de un falso profeta; incluso va más allá, porque sin respeto a la infalibilidad pontificia, lo acusa formalmente de herejía; y para ponerle una corona a tanta pirámide de iniquidad, cuenta otros hechos en donde, para hablar clara y llanamente, lo acusa de mago y nigromante y que había hecho un pacto con el diablo!!!

(*) Para ambos términos, broglione y sfedato, no hallé ninguna traducción. Se trata seguramente de arcaísmos caídos en desuso; sin embargo, de acuerdo al contexto del párrafo, y con un poquito de imaginación, uno puede llegar a la conclusión de que significarían algo así como “un reverendo hijo de puta”.

A todos aquellos que quieran cotejar el documento original, aquí les dejo un escaneo. También les dejo la siguiente reflexión: Costó mucho tiempo y mucho esfuerzo, pero al fin pude encontrar un Papa casi tan malo como Benedicto XVI; no es poco decir.

Click en la imagen para agrandar

**************

2 comentarios:

Eva Magallanes dijo...

Ja, Ja, Ja... me encanta tu abuela... el arte y los objetos religiosos encuentran un mejor lugar en su casa que en el templo... si Dios ha perdonado a la Iglesia que tanto ha robado, matado, discriminado y etc... tu abuela nada tiene que temer.
Te dejo saludos fraternos desde el confín austral!

El Chalero Solitario dijo...

Muchas gracias eva por tu visita y tus comentarios. Te mando un caluroso saludo a vos y los tuyos hasta ese confín austral que recorrí durante siete hermosos años y que recuerdo con un cacho de nostalgia.