miércoles, 19 de mayo de 2010

UN POEMA POCO CONOCIDO DE CORTAZAR

Karl Marx dijo una vez que el capitalismo poseía en su seno el germen de su propia destrucción. Releyendo por décima vez La Vuelta al Día en Ochenta Mundos, un libro de Cortázar difícil de hallar, me topé con este poema que menos que poesía es una profecía. Escrito a mediados de los ’60, parece describir la situación actual de nuestro país y de tantos otros. Me asombra la precisión del diagnóstico, como si fuese una radiografía exacta de nuestra putrefacta sociedad capitalista en plena decadencia. Me asombran también las muchas lecturas que puede uno hacer de un libro a lo largo de los años, de acuerdo a los acontecimientos que suceden en su entorno. Hoy estamos siendo testigos del derrumbe mundial del capitalismo, primero en los EEUU y luego en Europa. El poema, sin embargo, nos muestra otro derrumbe, el que precede a la caída económica de un sistema perverso: el derrumbe moral de una sociedad construída sobre la base de la corrupción y la injusticia.
Mervyn Rose, Sandy Lee, Roy McCall, Dick pecoso y Lana Turner junior fueron cinco resonantes casos de niños asesinos que horrorizaron a los EEUU y al mundo por aquel entonces.



AUMENTA LA CRIMINALIDAD INFANTIL EN LOS ESTADOS UNIDOS

Una moneda cae cara o cruz
como la cruz cae Cristo o los ladrones,
como la cara cae gracia o sombra,
como la luna cae estatua o perro,
y al pie de ese deslinde
vela la Gran Costumbre.

La Gran Costumbre con capucha de avestruz vela al pie del deslinde
para que una moneda caiga siempre cara
y toda cara siempre sombra caiga,
para que toda cruz sea Cristo,
para que el pie no salga de su huella vela la Gran Costumbre,
vela con largos dientes colgando sobre el labio cuneiforme,
baskerville, elzevir: el Código, ese nombre
del hombre vuelto Historia.

-Salud, maravillosos niños norteamericanos
llamados a lavar la lepra hereditaria,
irrumpiendo en la sala cuando el padre y la madre miraban la TV
con una sana, perfecta puñalada, con un fierrazo en las cabezas
donde Kolynos o Goodyear vaciaban sus gusanos de manteca podrida.
Saludo a Mervyn Rose, a Sandy Lee, a Roy McCall, a Dick pecoso y sucio
y a Lana Turner junior, capaz de hacer lo que no hará la silla eléctrica.
Salud, jóvenes héroes, asesinos de un tiempo proxeneta.

Legítima defensa, muchachito, están tratando de violarte, te acorralan
con un bozal de enciclopedias, promoción y De Soto,
con el dentrífico perfecto, el telegrama en fórmula de lujo,
con discos de Sinatra o del Cuarteto Húngaro,
ve, gánales de mano,
no te vendo palabras, mátalos de verdad para que vivan,
quiero decir: arráncalos de cuajo,
haz pedazo la rueda de las ruedas, destruye a escupitajos una historia
que masturba sus monos al ritmo de las máquinas de Time,
que entronisa princesas de ruleta católica,
que engendra putas para despreciarlas desde el lecho legítimo
con un desprecio que no irá jamás a un almirante o a un obispo.
Oh niños asesinos, oh salvajes antorchas
fulminando a las tías comedoras de estampas y pantallas floreadas,
a los abuelos con medallas de honor en la entrepierna,
a los papás que pontifican experiencia,
a las mamás que cosen botones con aire de martirio.
Una lata de nafta, un fósforo y se acaba: la hoguera es una rosa,
la noche de San Juan empieza, Hosanna!

Mientras se viva así, en la Gran Costumbre,
mientras la historia siga su cópula gomosa con la Historia,
mientras el tiempo sea hijo del Tiempo
y preservemos las podridas efemérides
y los podridos héroes de desfile,
las caras serán sombra,
las cruces serán Cristo,
y la luz el amargo kilowatio, y el amor
revancha y no leopardo.

(Algunos, pocos, viven desacostumbrándose.
Los matan a montones, pero siempre
hay alguno que escapa,
que espera a la salida de la escuela
para alentar al colegial de ojos de hielo
y regalarle un cortaplumas.)

Julio Cortázar, La Vuelta al Día en Ochenta Mundos, Siglo XXI Editores, 1967

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