viernes, 12 de marzo de 2010

CREE EL LADRON QUE TODOS SON DE SU CONDICION

Pichuco y Juan habían conducido todo el día, atravesando Río Grande do Sul rumbo a Santa Catarina. Era la primera vez que Juan viajaba a Brasil, por lo que desconocía totalmente su idioma; en cambio Pichuco ya había estado en varias ocasiones y se defendía bastante bien con el portugués. A eso de las once de la noche, pararon en el playón de en una estación de servicio a fin de descansar un par de horas y continuar luego. A unos veinte metros del auto, se hallaba un grupo de cuatro o cinco empleados, sentados en el piso y en unos bancos, charlando ociosamente.



-Preguntales si podemos quedarnos acá un par de horas- le dijo Pichuco a Juan.
-¿Y cómo se dice eso en portugués? - preguntó Juan.
-¿Posso ficar lá por duas horas? - contestó Pichuco.

Juan se dirigió hacia el lugar en donde se hallaban los playeros, repitiendo para sí la frase en portugués una y otra vez, a fin de memorizarla. Pichuco reclinó hacia atrás el asiento del coche, dispuesto a descansar. A mitad de camino, de pronto, Juan se detuvo y volvió al coche.

-Che, Pelotudo, “ficar lá” no querrá decir que quiero cojerme a su hermana o algo por el estilo, no? Mirá que los cinco negros grandotes tal vez me metan la manguera de nafta en el orto y después me hagan fumar un cigarrillo- preguntó Juan algo preocupado.

-Andá tranquilo Juancito- respondió Pichuco sonriendo.

Juan caminó entonces unos pasos, se dio vuelta nuevamente y, en un rapto de sinceridad, confesó:

-Te lo pregunto porque yo en tu lugar juro que te lo haría -Y luego continuó su camino rumbo a los expendedores.









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