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A todos aquellos que tomaron por cierto el rumor acerca de que tanto el Chalero Solitario como Pichuqueiro do Pelotas se habrían quedado a vivir en Brasil arriba de una palmera, alimentándose con coco verde, les informamos que existiría una nueva versión al respecto. Según la misma, dichos sujetos habrían arribado al país, sucios, cansados, sin un peso, pero más contentos que lobo feroz con caperucita en tanga. Según también esta misma fuente, personificada por un buchón anónimo que no quiso dar el nombre, si bien dejó su email (juan@fraga.net.ar), algunos hechos memorables serían:

1. Pichuqueiro le aplastó la mano a una empleada del peaje, al abrir intempestivamente la puerta del coche para tratar de agarrar una moneda que se le había caído torpemente al piso. Pese a ser brasileña, la empleada dijo: "Aaaaaayyyyyyyyyyyy!!!!!", igual que lo hubiera hecho una argentina. Aprendimos, eso sí, cómo se dice "la renegrida concha de tu hermana" en lengua portuguesa.

2. El Chalero Solitario, una noche en una posada en Piçarras, en medio de una tempestad de lluvia y truenos, le rezó a Jesucristo Nuestro Señor, para que se volara el tambaleante techo del hostal, a fin de solicitar luego, y con justa causa, un descuento en el precio del hospedaje

3. Pichuqueiro do Pelotas, luego de bañarse una semana en calzones amarillos, se quiso hacer el beach boy y se compró una bermuda surfera como para un nene de 14 años. Como es ergonómicamente lógico, a la bermuda no le cerraba ni siquiera el cierre relámpago. Así que ahí anduvo el Pichuqueiro, por as praias do Barra Velha y Ferrugem, con las dos manitos adelante, tapándose las bolas como los futbolistas que hacen de barrera en un tiro libre.

4. A Pichuqueiro lo retó un bañero porque se metió al mar con bandera roja. “Seguramenchi vocé e aryentinu, os aryentinus nao rispetam senhalizasao”. Ante lo que el Pichu respondió: “Pensé que esa bandera roja que colocan mar adentro, en un mástil que sobresale dos o tres metros, era del kiosco de bebidas de la playa”. Aclaramos que Pichu dijo esto estando sobrio.

Acá lo vemos a Pichuqueiro do Pelotas haciendo puchero y a punto de largarse a llorar, luego de ser retado por el bañero.

5. El Chalero Solitario aprendió a falar portugués tan pero tan bem, que casi no lo dejan pasar en la aduana de vuelta a la argentina. Incluso se está volviendo negro, jetón, y juega al futbol cada vez mejor.

Aquí se lo puede observar al comienzo de la transformación. Nótese cómo se le van poniendo gruesos los labios y la forma de fruto del mburucuyá que va adquiriendo su cara.

Acá lo vemos a Pichuqueiro a las siete de la mañana, desayunando jugo de abacaxi con aguardiente cachaça para luego dirigirse a la playa a fin de transgredir señalizaciones y realizar exhibiciones obsenas.

El Pichu haciendose el temerario. "O Pichuqueiro do Pelotas e um home muito audaze" le gritaban las garotas en tanga desde abajo.

"Sacame así, sacame así" pidió Pichuqueiro en esta foto. "El perfil izquierdo es el que más me favorece; siempre salgo sexy de esta forma".

Acá estamos yendo a 120 km por hora y la temperatura está que explota. A nosotros nos chupaba un güebo porque somos dos tipos muy intrépidos. Además, cuando llegamos a Curitiba, se lo contabamos a las minitas brasileñas y se morían de amor por nosotros.

Cuando pasábamos gamba ochenta se encendía una lucecita del orto con un dibujito bastante extraño, algo así como la lámpara de aladino. También nos chupaba un güebo. Otra curiosidad es que cuando tomábamos las curvas a 190, el coche era como que perdía algo de estabilidad; circunstancia que se revertía totalmente al alcanzar la velocidad crucero de 220 km/h. Pese a que ambos somos dos ruteros de amplia experiencia en carreteras europeas y sudamericanas, no supimos explicar ese detalle.

Acá lo vemos al Chalero con un turbante verde en la cabeza. En la triple frontera la gendarmería los hizo bajar del coche y les desarmaron hasta los asientos.

Aquí se los puede ver en Bella Unión, Uruguay, en donde desayunaron famélicamente y se fueron sin pagar. En un hotel, el Chalero se afanó un conversor de 110 v. para su celular y en una estación de servicio en Alderete, Brasil, se las tomaron dejando impagas dos cervezas y una pizza. Sujetos de esta calaña son los responsables de que a todos los argentinos de bien se nos meta en la misma bolsa y se nos conozca en el exterior como forajidos, taimados y ladinos.



Volveremos con más chimentos sobre el tema.

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