jueves, 6 de mayo de 2010

CARTA ABIERTA A LA DIPUTADA CYNTHIA HOTTON

No recuerdo qué escritor, al ser interpelado por otro tipo a fin de dirimir un asunto filosófico que los enfrentaba, dijo una vez: “Bueno, yo te voy a explicar. Partamos de la base de que yo tengo razón.” El hijo de puta me hizo cagar de risa, ya que lógicamente comprendí que se trataba de una broma que no excluía cierto cinismo.
El asunto viene a cuento porque ayer escuchaba a la diputada Cynthia Hotton manteniendo una discusión en el programa A Dos Voces, de la misma forma que lo hacía este escritor, pero increíblemente la tipa hablaba en serio. Querían saber si una familia gay puede o no adoptar a un nene. La tipa partía de la base de que dos señores que se casan son dos degenerados que van a hacer que el pobre niño sufra. Así no se debate señora. Si queremos llegar a alguna conclusión válida acerca de si se puede o no dejar que los gays adopten, no vale partir de la base de que no. ¿Y si no es asi como usted dice? ¿ Y si los niños que sufren o son violados o asesinados por sus padres no son producto exclusivo de los matrimonios gay? Podría darse el caso de que un niño de familia heterosexual haya sido maltratado alguna vez. Por qué no. Sé que suena descabellado, pero no es imposible. Estoy siendo irónico, no sé si se dió cuenta. Le aclaro porque me parece que usted es medio pelotuda. Tal vez los hijos adoptivos de alguna familia noble y respetada, que fueron, a dios gracias, adoptados por una famila normal, ahora estén sufriendo por culpa de alguno de sus padres adoptivos. Le cuento el caso, ya que veo que tal vez usted lo desconoce. Una señora noble y respetada un día agarró y se fue a hacer la cola a la oficina esa en donde te regalan un pibe para que lo adoptes. Hizo todos los trámites. En el formulario que tuvo que llenar le preguntaban el nombre y apellido, de qué cuadro era, el teléfono y el talle del sombrero. Había también un item que preguntaba si eras una pareja gay o si tu esposo era lesbiano. Ella puso que no. Si ponés que sí, no te dan una mierda. Ese no era su caso, así que le dijeron que estaba todo bién. Deme dos, dijo entonces la señora muy noble y se fueron todos a la casa de la mano bailando La Farolera Tropezó. Sin embargo la historia no termina bien. Alguna cagada se habrá mandado esta señora noble, ya que se armó un quilombo de padre y señor mío. Apareció una tipa que dice que los chicos son afanados, la señora noble dice que afanados la poronga, que la cédula verde está a su nombre, y ahí andan ahora, tironeando de los pobres niños. De tanto tironearlos, a los pobres niños les quedaron los brazos como para atarse los cordones sin necesidad de agacharse. Y ahora los compañeritos del colegio los cargan, les dicen zárate brazo largo, y esas cosas que inventan los chicos; vió cómo son esos cabrones. Estos chicos sufren señora, no me diga que no, y sin embargo fueron dados en adopción a una famila como dios manda. Qué me dice. Así que, Señora Diputada, por qué no se tira a un pozo y grita desde abajo soy la momia. Bienvenida al siglo veinte, señora momia. Sí, ya sé que estamos en el veintiuno, pero usted parece que se quedó en 1810.


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